domingo, 27 de mayo de 2012

Silencio atómico.

Que dice mi padre que sería feliz con una guerra atómica. Yo también pienso eso en mis días malos, esos en los que nadie me quiere. Una guerra que iguale posiciones, que destroce las vidas bien urdidas, que nos lleve a todos al mismo sitio en el que estoy yo. Y al parecer mi padre. Él lo dice por lo de la crisis, aunque yo sé que hay algo más. Como en las ruedas de prensa de Guardiola, siempre hay algo más. Una materia oscura que se filtra con el carraspeo. El carraspeo que antecede al drama. Yo salto, bailo y hablo muy rápido cuando oigo el carraspeo. A veces funciona y se espanta al demonio.

Pero el demonio está en la pequeñas cosas, no en la guerra atómica que daría unos segundos maravillosos. Es un ser de luz, que dicen los cursis. Y en vez de cansinos funerales, una sombra en una pared como nostalgia post-atómica. Pienso yo que todo sería a partir de entoces post-algo, y eso no, porque en los prefijos mandan los catalanes, y otra vez se harían  los dueños del todo. Esos estructuralistas de tres al cuarto que fingen ser españoles. Ay madre, madre.

Pero mi padre lo decía por Bankia, y es sabido que los banqueros –que vienen de suiza, como las chicas con tetas grandes- tienen refugios atómicos.  Dicho esto, mi padre torció el gesto y se quedó sumido en un silencio espeso. Un poco a la manera de Bielsa, un silencio en el que se le notaban profundidades imprecisas. Mi mac, que está muy vivido, hace en esos momentos un ruido como de ralentí alto y yo aparto las manos de él, y enciendo metafóricamente un cigarrillo.
En esos silencios estábamos cuando llamó mi tío. Mi tío es un psicoanalista que ha dedicado su vida a curar a los locos de su espanto. Él me confiesa que no lo logró con ninguno y que hace lo de las madres; pasarles la mano por la frente y mentirles con voz neutra: ya pasó todo, ya está, ya acabó. Tiene un porcentaje de suicidios más que aceptable, mejor que algunas bandas de rock y eso es una buena tarjeta de presentación. Sabes que si te trata, estés bien, mal o regular, sólo tendrás un 20 % de posibilidades de quitarte la vida. Es  un alivio enorme, porque con un 80 % de posesión uno puede mirar al futuro con otra cara, y sobre todo, en caso de que te señalen por la calle o murmuren las viejas a tu paso, siempre te puedes plantar con los brazos en jarras y decir con cara de prócer: Ganó el fútbol.
Las llamadas de mi tío suelen romper una puesta en escena. Una siesta, una discusión, una revelación idiota a veces. No fue así en este caso, por lo menos para un observador imparcial. Yo tenía un momento Bielsa, dando vueltas por el pasillo, gran cabezón manos entrelazadas aparenta usted honda reflexión. En realidad fantaseaba con una rueda de prensa en la que humillaba a ese señor periodista, el que aparenta ser el dueño de la realidad. Desde Messi ya no es posible fantasear con goles imposibles, el idiota los ha metido todos. Sólo nos quedan las celebraciones y la ruedas de prensa. Ahí sonó el teléfono. Descolgué irritado. –Qué tal estás?. –Bien.  -Pero así, un bien redondo, universal. Poca gente conozco de esas. No tendría negocio si todos fueran tan mentirosos como tú.  –Já. Se te nota alegre, se ve que hoy no se te murió nadie. –Si estoy jubilado hijo, ni para simiente sirvo ya.  –Y tú qué tal?.  –Yo estoy  – Con poco te conformas, ya ni eres.  –Pero eso desde hace mucho. Desde que no te miran las mujeres, dejas de ser. Pero oye, es menos cansado.  –Quieres que se ponga mi padre?   -Sí, dile que se ponga, es sobre Ramiro el manco.
Ramiro el manco perdió lo que tuvo que perder arreglándole la cosechadora a su hermano. Ahora viven juntos, y en el medio está su cuñada. No tienen hijos, y esas parejas son raras, indistinguibles, como si ellos mismos fueran su propia descendencia. Ramiro es viejo, pero menos que el otro, y lo cuida. También a la mujer, que es un mueble al que pasean sin mucha convicción. Mi padre siempre dice que prefiere no saber lo que pasa dentro de las casas, pero yo tengo curiosidad y le pregunto. Ramiro cuando le preguntas hace algo extraordinario. Te responde. Nunca te mira, habla como si le durara la vergüenza del asunto aquel. Y su habla atrafullada, de loco o de buena persona, se afila y se concreta. Por la fuerza debe de ser sincero. Yo eso no puedo saberlo, pero hay formas de intuirlo. A veces la sinceridad se anuncia con un gesto, o como mi padre con un carraspeo. Suelo huir de esos momentos. Esas gemas, se pudren en el recuerdo y acaban envileciendo el tono general, el aire de la habitación.  No es así en con Ramiro, y otro día explicaré su extraordinario don.
El caso es que Ramiro miró a través de mí y me dijo algo importante.
-Ramiro el manco se murió ayer. Dile a tu padre que se ponga al teléfono, que quiero saber si tengo que ir al funeral. No me acuerdo si él vino al de madre, pregúntaselo.
Ramiro se murió ayer, y hoy ya nos estamos olvidando de él. Nadie es capaz de recordar lo que me dijo, y hubo testigos. Volví al bar volante -que era el sitio-  y los chavales estaban borrando con una goma la sombra que había dejado. Ese bar, el que está enfrente de extensión agraria según doblas hacia la general.  Volví a ese bar, para ver si recordaba, y la chica rumana de la barra ni siquiera sabía quién era Ramiro. Estaba lleno y la gente tenía esa alegría despiadada de los otros, y no sé como no se les cae  la cara de  vergüenza. De poco sirve morirse pensé, y tuve algún otro pensamiento idiota sobre el brazo del ausente y los diferentes tamaños y precios que tienen los ataúdes.
Mi padre carraspea en el pasillo y yo no puedo huir, así que pongo la tele y nos enfrascamos a conciencia en las desgracias ajenas. ¿Y esa luz que entra por la ventana? Miramos esperanzados, quizás las primeras bombas hayan empezado a caer.

12 comentarios:

  1. Qué finura.
    Esto, una cosa: el 'carraspeo' del que hablas es el mismo 'eruptito' al que se refería Jabois?

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    1. Es que jabois tiene ya una obra considerable. No controlo el eruptito. Yo me acuerdo de el señor aquel con el que se cruza en pontevedra y lo saluda efusivo sin conocerse. Y la de Camacho. Conviene que jabato empiece a repetirse para que los que lleguen nuevos no se pierdan lo fundamental.

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  2. yo he visto los campos con el sol muy bajo, la luz tan dorada. y huele como a vino.

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  3. la meseta y tal...27 de mayo de 2012, 14:39

    prieto picudo, esa es la uva. Y en las bodegas, antaño, se torturaba con pasión a los franceses que iban quedando rezagados. El vino espeso y de un rojo que es un negro con menos sombra; ese vino se hacía en las cubas donde se ahogaba al francés. Así que al sur de león lo riega la sangre de los ilustrados. O de los que dicen serlo.

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  4. Buenos comienzos. No es una maldición.

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  5. Qué blof tan sencillo, peseta.

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  6. coñito, tú siempre tan sabio

    el próximo tendrá esquinas y en cada una el candelabro de plata. Cortinones de alegres colores, acceso wifi y un espacio disney para dejar a los niños. al fondo, la zona vintage con viejos atrezados convenientemente y un vino peleón que se sube rápido.

    pero eso es cosa de la india

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  7. Desde que leo estos blojs, el infierno nuclear a dejado de darme miedo por terminator 2 y alguno que otro capitulo de la dimensión desconocida, a agradarme y a veces desearlo cual Lex Luthor de la vida.

    Y después decían que Internet no hacía daño.

    Entre esta entrada y la de los polvos con la frígida, sólo puedo decir.

    Qué bello es vivir amargao.

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  8. Que me comí la H, en el ha dejado, pero es muda, que se joda.

    El mundo es de los que hablan, excepto Messi.

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  9. Brillante. No doy abasto a leer tanto blog bueno últimamente.

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  10. Mesetas, tienes abandonada La Fieszta de mi Ortodoncia. Escribe más, anda. No te hagas el interesante.

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